Cena de recuperación y descanso
El respeto también se sirve
RECURSOS PARA CRECIMIENTO
Aldo Rocha
7/3/20252 min leer
Introducción
No necesitas una rutina nocturna de 17 pasos.
No hace falta meditar, poner aceites esenciales, ni tomarte un té de nombre raro.
En realidad, con algo mucho más simple basta: cerrar tu día con respeto por ti mismo.
La cena puede parecer algo básico o automático,
pero si le pones intención, se convierte en un ritual que te dice:
“Ya estuvo, ahora toca cuidarme.”
Comer cualquier cosa también es un mensaje
Parece que da igual cenar lo primero que encuentres, parado, frente a la tele o al celular.
Pero no, no da igual. También es un mensaje para ti.
Si lo haces así todos los días, te estás diciendo (sin darte cuenta):
“Esto es lo que valgo hoy.”
Y la verdad, eso pesa.
Una cena sin intención, solo para salir del paso, no solo te deja con hambre física,
sino también emocional. Es como terminar el día sin despedirte.
No es que tengas que hacer algo espectacular,
pero sí algo que te diga:
“Esto lo hice por mí.”
Porque si terminas el día en automático, es muy probable que duermas igual: sin paz.
El ritual importa más que el menú
No importa tanto qué hay en el plato, sino cómo lo vives.
Puede ser algo súper simple, pero si lo sirves en un plato bonito, si apagas la pantalla, pones una luz suave, incluso una vela… cambia por completo.
No es “cosas de gente que tiene tiempo”,
es solo una pausa. Un respiro. Un espacio tuyo.
Algo que te diga:
“Te veo, te cuido.”
No tienes que cocinar algo impresionante, ni hacerlo perfecto.
Solo con ponerte atención ya estás haciendo algo diferente.
El cuerpo lo nota. Y tu mente, también.
Terminar el día con un poquito de intención
es como mandarte un mensaje silencioso de respeto.
Como decirte:
“Bien por hoy. Mañana seguimos.”
El respeto también se sirve
Decidir cenar con calma, aunque sea cinco minutos,
es una forma de ponerle punto final al día.
Es un “ya estuvo”, pero con cariño.
No es que te lo tengas que ganar, ni que haya que cumplir todo para merecerlo.
Es algo que necesitas porque sí, porque eres tú, y punto.
Terminar el día con prisa, con lo que sea, en automático…
se vuelve un hábito que te va quitando conexión contigo.
Pero cuando te das ese momento —así sea breve—, algo cambia.
No por la comida, sino por el gesto.
Así que si algún día piensas
“da igual lo que cene hoy”,
acuérdate de esto:
El respeto también se sirve. Y tú también te lo puedes dar.
Cierre
Tu día puede haber sido bueno, pesado o caótico.
Pero cómo lo terminas sí lo puedes elegir.
La cena es más que comida:
es un cierre, un “gracias” y un “aquí paro por hoy”.
No necesitas hacerlo perfecto,
solo estar presente. Aunque sea un ratito.
Si ese momento lo haces con respeto,
si te tratas bien aunque nadie esté viendo…
descansas distinto.
Y lo mejor:
arrancas el siguiente día desde otro lugar.
¿Quieres el platillo exacto? ¿El ritual completo? ¿El cierre que cambia tu descanso?
Formato descargable. Privado. Letal.